jueves, 5 de enero de 2012

Palacio de Bibataubin ( 1885 )


El nombre de Bib-Atebin o Bab al-Tawwabin se traduce como puerta de los Ladrilleros o de los Penitentes según otras fuentes, ya que al perecer existían varios morabitos construido en las inmediaciones de la edificación. Unos autores atribuyen la construcción de la fortaleza al primer monarca de la dinastía nazarí Muhammad Ibn Yusuf ibn Nasr, también conocido como Ibn al-Ahmar (1273). No obstante, otros autores plantean la posibilidad de que al menos esta línea de muralla ya existiese en época almohade.

Tras la conquista castellana los Reyes Católicos ordenan reforzar la fortificación, dotándola de foso y puente levadizo, el castillo queda adscrito a la jurisdicción de la Alhambra. En documentos fechados en 1590 encontramos una de las primeras representaciones gráficas de castillo. Viéndola en detalle podemos apreciar cómo se sitúa junto a la puerta de acceso a la ciudad. Un recinto fortificado con tres torres, así como al menos dos baluartes para artillería.


En el s. XVIII el castillo había perdido cualquier utilidad militar como defensa la ciudad, quedando como un anacronismo medieval en mitad de un tejido urbano con el que poco tenía que ver. El foso se había convertido en vertedero y lugar de acumulación de aguas estancadas, la zona se había convertido en refugio de gente de mal vivir y peor obrar a juicio de los vecinos que elevaban sus quejas al municipio.
En 1718 se rellena el foso con escombros, algunos de ellos, partes demolidas del propio castillo en mal estado. La penuria del castillo en estado casi de abandono llega hasta 1752, cuando finalmente el Estado consigue destinar fondos a desarrollar una idea largamente esperada: convertir el castillo en cuartel para las tropas destinadas a la ciudad así como para tropa transeúnte, conservando algunas partes del castillo, como la torre circular, destinada a cocina y almacén. A esta importante remodelación debemos gran parte del aspecto actual del edificio.
Los problemas económicos hicieron que la obra se prolongara durante décadas, con sucesivas paradas y reactivaciones. A pesar de las continuas obras, desde 1756 el cuartel se encuentra en uso, acuartelando a diversas unidades, incluso a prisioneros franceses.

Tras la Guerra de la Independencia el edificio es ocupado de nuevo por los militares que lo mantienen como cuartel hasta que es cedido en 1932 como nueva sede para la Diputación Provincial. De nuevo se proyecta una importante reforma que afectará a todo el edificio, comenzando por los símbolos que ostentaba la fachada, tres esculturas de granaderos que situaban en las hornacinas que flanquean la entrada así como el busto de Carlos III que es sustituido por el reloj. En el interior se construirá un sótano, alcantarillado y cimentaciones y zócalos para los nuevos muros y columnas así como se incorporará un relleno para llegar a las rasantes de estas estructuras. También serán demolidos trozos de muralla que se conservaban para la nueva disposición del edificio.

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